Por: Alfredo Rdz. | @alfredordz83
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En el año de 2003, cuando Lula asume el poder en Brasil, 47
millones de personas vivían en la pobreza, al finalizar su mandato, 30 millones
de esos 47 habían pasado a formar parte de las filas de la clase media. Un gran
logro, sin duda alguna, al que se le suman muchos otros que como ese, le
permitieron a Lula terminar su mandato con una aprobación del 80% de los
brasileños y ser reconocido y respetado internacionalmente.
México no es la excepción, y tanto en la izquierda, como en la
derecha, se refieren a Lula como un gran líder y estadista.
Pero el fenómeno que me interesa comentar es que dentro de
eso que podríamos llamar la nueva moda de hablar maravillas de Lula, están los
acérrimos detractores de Andrés Manuel López Obrador, que, dejémoslo claro, muy
tramposamente están utilizando el fenómeno político que es Lula para intentar
contraponerlo con AMLO, con el fin de presentar a estos dos políticos ante la
opinión pública como representantes de dos supuestas visiones encontradas, en
la que Lula vendría a representar a la izquierda “moderna, responsable y
moderada” y AMLO a la izquierda “arcaica, radical, populista” y todas esas demás
linduras que a la derecha le encanta decir contra López Obrador, todo con el
fin de lanzar el claro mensaje a los más políticamente desorientados, de que
AMLO no es el tipo de político que necesitamos para México.
Además de lo anterior, la intención también es la de impulsar
mediante el discurso de un exitoso político de izquierda la privatización en
México de PEMEX, aunque Lula tendría que explicar por qué viene a México a
recomendar la participación de la iniciativa privada en PEMEX cuando él mismo
allá por 2008 se quejaba amargamente de la privatización parcial de PETROBRAS
(que no comenzó con Lula como siempre pretenden hacernos creer, sino con una
reforma de 1997 con Fernando Enrique Cardoso) y del hecho de que el gobierno
brasileño sólo tuviera el 38% de las acciones.
Pero lo importante en todo esto, es dejar en evidencia que
en éste, como en todos los temas que se utilizan para calumniar y desprestigiar
a AMLO de alguna u otra manera, hay una gran dosis de hipocresía y de trampa
por parte de la derecha (y de esa “izquierda” a modo que le encanta venderse al
régimen).
Y hay mucha hipocresía, digo, porque la derecha mexicana
utiliza contra AMLO básicamente los mismos conceptos que en su momento utilizó
la derecha brasileña contra Lula, pues para quien no lo sepa, Lula también fue
objeto en su país de una terrible y despiadada campaña de odio en su contra
antes de lograr ser electo en 2003 (ya había perdido tres elecciones
consecutivas en gran medida gracias a la guerra sucia contra él).
Los ciudadanos mexicanos a quienes ahora con mucha
hipocresía y cinismo les dicen que necesitamos una izquierda “como la de Lula”,
tienen que saber que al expresidente de Brasil en su momento también se le
acusó, como a AMLO en México, de “populista”, “demagogo”, “radical” y “violento”,
que se infundió miedo a la clase media brasileña diciéndole que Lula pretendía
ser un dictador, y que habría crisis y caos en caso de llegar al poder. Tienen
que enterarse, además, de que los medios brasileños les presentaban a los
televidentes imágenes de las huelgas que en los ‘70 y ‘80 encabezó Lula en
Brasil para presentarlo como un enemigo de los empresarios y una amenaza a la
propiedad privada, que en Brasil también se habló de fuga de capitales, de
desestabilización económica, y bueno, que al partido de Lula hasta se le trató
de vincular con el falso secuestro de un empresario para destruirlo
políticamente.
Ahora bien, ¿al final Lula resultó ser ese terrible monstruo
que intentó vender la derecha brasileña para asustar a la gente antes de 2003? La
respuesta es obvia, ahora todos sabemos que no.
Pues con AMLO ocurre exactamente lo mismo, las acusaciones
en su contra, como en el caso de Lula, no son más que un montón de mentiras,
mitos y calumnias que buscan seguir infundiendo miedo y que forman parte de una
campaña que busca a toda costa que pueda llegar alguien al poder que cuestione
el régimen de privilegios.
Porque lejos de representar visiones contrapuestas, como
pretende hacernos creer la derecha, AMLO y Lula, desde mi perspectiva, a grandes
rasgos comparten una cosmovisión bastante parecida.
Así que como en Brasil, a pesar de las calumnias, la mayoría
de los brasileños le dio una oportunidad a Lula y cumplió un papel bastante
aceptable, los mexicanos bien podemos darle una oportunidad a Andrés Manuel,
para que nos demuestre, como ha dicho, que el ejemplo no va ser Brasil, sino
México.
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