Por: Alfredo Rdz. | Twitter.com/alfredordz83
Las
encuestas, en el mundo de la política, están bastante lejos de ser meras
mediciones sobre la popularidad real de los candidatos. Son, por el contrario,
verdaderas armas psicológicas en manos de las élites para crear falsas percepciones
favorables a sus intereses con las cuales debilitar la organización y el
respaldo de la población a opciones políticas opositoras que ponen bajo
cuestionamiento los privilegios, las injusticias y las desigualdades sociales.
Esto es
justamente lo que estamos viviendo en México, por lo que es claro que las
encuestas oficiales de los grandes poderes mediáticos, serán de aquí al mes de
julio, armas de primer orden en importancia para intentar imponer a Enrique
Peña Nieto en la presidencia de México.
Y digo que
serán un arma de primer orden porque incluso ahora, que ha venido quedando en
evidencia la rotunda frivolidad y vacuidad del candidato de las élites, y que
se ha hecho mucho menos efectiva de lo que era antes la operación de
presentarlo como al perfecto joven estadista colmado de virtudes que él mismo
se ha ido encargando de hacer evidente que no existe, la operación por la cual
apostarán en los principales círculos de poder será la de presentar a Peña
Nieto como inalcanzable, pase lo que pase, suceda lo que suceda.
Es claro
que hay un creciente y muy profundo rechazo hacía el PRI y hacia su candidato,
sin embargo, las encuestas pagadas por las élites le dan una disminución
prácticamente insignificante.
En el mismo
sentido, hay cada vez un mayor apoyo hacia el candidato de la izquierda, Andrés
Manuel López Obrador, quien tiene un crecimiento sorprendente de opiniones
positivas tanto fuera como dentro de la red, opiniones favorables que incluyen
las de muchos aquellos que le veían con malos ojos en 2006, lo que le ha
permitido encabezar mítines y foros cada vez más concurridos, y sin embargo,
esas mismas encuestas apenas le dan un crecimiento casi imperceptible.
Por otro
lado, en todas las consultas y encuestas realizadas por medios ciudadanos e
independientes (incluida la primer encuesta independiente publicada en www.revistaemet.net), los resultados son
absolutamente opuestos a los de Mitofsky, en todos el candidato de la izquierda
aparece en un cómodo primer lugar, mientras que Peña Nieto ocupa un bastante
lejano tercer puesto.
Todo esto
hace evidente que la élite sabe perfectamente que su candidato no tendrá un día
de campo el primero de julio y deja claro que su principal objetivo desde ahora
es crear la percepción de que la elección está resuelta, que por más aversión
que le genere al votante la candidatura de Peña Nieto, todo está decidido y no
vale la pena siquiera salir a votar.
Así que si
el amplio movimiento social de izquierda que apoya la candidatura de AMLO desea
que éste llegue a la presidencia, tiene dos grandes tareas por delante:
Conquistar la mayor cantidad de simpatías posibles que puedan traducirse en
votos, pero además, y no menos importante, convencer a todas esas nuevas
simpatías conquistadas de no caer bajo ninguna circunstancia en la
desmoralización y la desesperanza que pretenderá generar la derecha con los
números de las encuestas durante los siguientes meses para que los potenciales
votantes de izquierda no salgan a votar, con lo que toda la simpatía generada y
el trabajo titánico de conquistarla, vendría a ser en vano.
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