Este viernes inició el Congreso por una república amorosa, un debate abierto –encabezado por más de 60 especialistas– sobre los principios éticos para una república justa, democrática y solidaria, que derivará en un documento “incluyente y democrático” que será presentado al aspirante presidencial de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, el próximo miércoles 21, en el Museo de la Ciudad de México.
Durante dos días, en la Facultad de Economía de la UNAM se realizarán mesas de trabajo sobre 26 ejes, con temas tan diversos como la pobreza y la desigualdad como problema moral; derechos humanos; corrupción; ética y política frente a la deshumanización actual; racismo y discriminación; violencia y descomposición social; diversidad sexual, y pueblos indígenas, entre otros.
Las mesas estarán presididas por personalidades como Elena Poniatowsaka, Laura Esquivel, Enrique Dussel, Armando Bartra, Julio Bolvitnick, Miguel Concha, Jenaro Villamil, Rafael Barajas y Carlos Pellicer López.
Los ponentes discutirán un proyecto de nación a partir de la “profunda” crisis económica, ética y social que, desatada por “los gobiernos priistas y panistas”, embarga a la sociedad mexicana.
Según el documento rector en el que gira este encuentro, el “modelo neoliberal” que impera en México “excluye a la mayoría”, provoca desigualdad social y “niega” la vida intelectual, cultural, social y afectiva de las personas.
“Estamos convencidos que sin una reconstrucción moral de la nación, no habrá cambio verdadero”, dice el documento.
Durante la inauguración del Congreso, Laura Esquivel cuestionó la “ingenuidad” de la que se ha tachado al proyecto de las izquierdas: “¿Por qué nos avergüenza tanto hablar del amor? Vergüenza los miles de muertos, el hambre en la Sierra Tarahumara, que no se resuelvan los feminicidios”, dijo Esquivel.
E insistió: “¿Amar es ingenuo” en el entorno de una guerra de 60 mil muertos? “Nos dicen que el amor no se obliga ni se impone. Yo pregunto si el odio sí. Ante un sistema opresor, el odio está exacerbado como pocas veces en la historia de México. El resultado está a la vista y es lamentable. El amor del que hablo es el de miles de ciudadanos que creen y quieren luchar por estar bien”, expresó la escritora.
Por su parte, el coordinador del Congreso, Gabriel Vargas Lozano, señaló que la situación del país ha llegado a un límite. “Vivimos la tragedia de una guerra infantil, inútil, en contra del narcotráfico y la deshumanización social”.
Ante ello, el también coordinador del Observatorio Filosófico de México urgió a un cambio de dirección, desde el cual se fortalezca la economía a la par de la distribución de la riqueza.
“Se requiere una verdadera revolución moral, de las costumbres, de las conciencias”, fueron sus palabras.
Y pidió entender que una república amorosa es una república democrática, justa, solidaria. A los gobernantes de hoy, subrayó, “no les interesan los seres humanos de forma integral, por el contrario, ahondan la ya profunda pobreza, el analfabetismo, el imperio de la corrupción. Y, para colmo, la tragedia de una guerra inútil en contra del narcotráfico”.
El historiador de la UNAM, Alfredo López Austin, señaló enfático que en México no existe tal cosa como la democracia. “No puede haber democracia en un país violento. ¿Qué país puede ser democrático con estas diferencias económicas, sociales, de pobreza cultural? Se nos dice que vivimos en democracia, que ya hay alternancia, que podemos tener la seguridad de un gobierno representativo. Eso en México no existe. No existe el sufragio efectivo. Lamentablemente, representación tampoco, porque nadie se ve representado en nuestras instituciones”, puntualizó.
El problema, según el historiador, no es el deseo de tal democracia. “El problema es que la necesitamos, que estamos al borde catastrófico, al borde del abismo”, dijo, y llamó a construirla desde la participación ciudadana activa.
En su oportunidad, el doctor Enrique Dussel sostuvo que al hablar de una propuesta de república amorosa “se piensa automáticamente que es demagógica o ingenua, pero se llena de sentido si pensamos, por ejemplo, en Nelson Mandela. Él pudo haber acumulado todo el odio posible y, sin embargo, cuando superó a la justicia fundó la Sudáfrica de hoy, antes partida y violenta, desde un clima de fraternidad”.
Enseguida, el filósofo llamó a la solidaridad. Y subrayó: “Una sociedad donde uno odia al otro, se ha suicidado”.
Tomado de Proceso.com.mx
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