Es buena la experiencia de dialogar con alumnos e investigadores de las universidades del extranjero, sobre todo, donde estudian mexicanos.
Por ejemplo, ayer en la Universidad de Columbia, en Nueva York, reafirmé, con absoluto respeto a quienes piensan distinto, que en México no hay democracia, sino una dictadura encubierta y sostenida por el control casi absoluto de los medios de comunicación; dije que nada ha dañado más México que la corrupción política, que las privatizaciones solo producen pobreza, que el gobierno que no procura la justicia no es mas que una banda de malhechores y que por la actual política económica, es decir, por el abandono de las actividades productivas y del campo, la falta de empleos y la desatención a los jóvenes, se desataron la inseguridad y la violencia que han cobrado miles de muertes en nuestro país.
También sostuve que la única salida a la crisis de México es cambiar al régimen, que no hay de otra. Pero sin violencia, con una revolución de las conciencias, despertando y organizando al pueblo para limpiar de corrupción a México y abolir lo más pronto posible las llamadas “reformas estructurales”, revertir las privatizaciones y recuperar los recursos naturales y los bienes del pueblo y de la nación.
En fin, propuse retomar el ensayo democrático de Madero, aunado a la práctica de la honestidad y la justicia, hasta que estas virtudes se arraiguen y conviertan en hábito y cultura, porque solo así podrán erradicarse la desigualdad y la miseria pública, y serán restauradas la paz y la tranquilidad social. Y Que en eso andamos.
También sostuve que la única salida a la crisis de México es cambiar al régimen, que no hay de otra. Pero sin violencia, con una revolución de las conciencias, despertando y organizando al pueblo para limpiar de corrupción a México y abolir lo más pronto posible las llamadas “reformas estructurales”, revertir las privatizaciones y recuperar los recursos naturales y los bienes del pueblo y de la nación.
En fin, propuse retomar el ensayo democrático de Madero, aunado a la práctica de la honestidad y la justicia, hasta que estas virtudes se arraiguen y conviertan en hábito y cultura, porque solo así podrán erradicarse la desigualdad y la miseria pública, y serán restauradas la paz y la tranquilidad social. Y Que en eso andamos.
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